miércoles, 31 de diciembre de 2008

Un nuevo año


Quedan 4 horas para comenzar un nuevo año. Y os preguntaréis que qué hago yo escribiendo un post a estas horas, cuando lo que debería estar haciendo ahora mismo es ducharme y preparme para la nochevieja. Pero comenzamos nuevamente, así que qué menos que actualizar el blog. No sé por qué le damos tantísima importancia al fin de año, parece que mañana fuese a ser distinto de hoy, pero aparte de la resaca, no veo dónde está el cambio. Mi trabajo seguirá siendo el mismo, mis amigos (a no ser que haga algo esta noche por culpa del alcohol) seguirán ahí, mi nuevo y recién estrenado marido estará a mi lado, mis dos perros tendrán que salir a pasear mañana, mi gato maullará como loco para que le ponga el desayuno, mi madre seguirá enganchada al pc. Entonces, ¿a qué viene tanta ilusión?
Pues porque nos gusta volver a empezar, imaginar que quedan cosas maravillosas por llegar, que podremos enmendar los errores cometidos en este año que se aleja, que se acabará la crisis. Si, simplemente nos maravilla la idea de una nueva oportunidad. Pero olvidamos que esa bella oportunidad la tenemos a diario. Cada día estrenamos un nuevo día, una nueva hora, un nuevo minuto, o una nueva semana o un nuevo mes. Cuando acaba el año echamos cuentas de lo que ha supuesto para nosotros este tiempo que se aleja. Yo personalmente he tenido un gran año. No me he quedado en el paro, he encontrado a mi perro Gódel, también llegó a casa Kimi, y se fué rápidamente al cabo de pocos meses, me he casado, hasta me he hecho sindicalista. Un gran año. Pero ese gran año es en realidad un conjunto de días maravillosos, de ilusiones, de sorpresas y algunas lágrimas.

Y yo ahora me pregunto con ilusión con qué me sorprenderá el destino esta vez, pero no este año, sino el día menos pensado, podría ser mañana, podría ser en una semana. Un día especial que comienza como cualquier otro y termina de forma inesperada, cambiando quizás toda mi vida.

Ojalá pudiésemos empezar cada día con la misma ilusión con la que vivimos esta noche, ya que nunca se sabe lo que nos está esperando a la puerta de la esquina.

¡Felíz año a todos!

martes, 16 de diciembre de 2008


A veces la mejor etapa de tu vida puede trastocarte, crees que vives en un sueño y te despieras inmersa en una pesadilla. Tengo el corazón roto, apenas puedo escribir. Todo lo que puedo pensar es aquello que debí hacer y no hice, y ya no me queda nada, me he quedado sin él. Quiero pensar que hay un motivo, que el destino hace las cosas por algo, pero ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué ya no puedo volver a verle, a tocarle, a mimarle, a acariciarle, a darle un beso, a verle? Quisiera dar marcha atrás, haberme quedado, haberle abrazado por última vez, saber que cuando le veía alejarse ya no le vería más y salir del coche, cogerle y llevármelo a casa. Esto no debería haber sucedido, debería haber muerto junto a mí, ahora ya no existe, mi vida se ha roto, sólo me queda llorar y llorar y ver sus fotos y sus preciosos vídeos, sólo he podido tenerlo tres meses, nada más, sólo tres. Le corté el pelo cuando entró a casa lleno de bichos, y desde entonces le estaba creciendo. Cuántas veces imaginé cómo sería cuando lo tuviese largo, ya nunca lo sabré, pero seguro que habría sido suave, el animal más hermoso del mundo, el más cariñoso, el más listo, no puedo escribir, no hay consuelo, me queda su ballena, era su favorita, cada vez que la aprieto creo que va a venir corriendo a jugar. Esto no debería estar pasando, debería estar aquí, en su hogar, calentito con sus hermanos, felíz como siempre ha sido, alegre. quiero volver a verle